El baile regional “Flor de piña” tiene sus orígenes en el año 1958, en ese entonces Alfonso Pérez Gasca era Gobernador del Estado de Oaxaca, por esos años y debido a la cercanía con el estado de Veracruz la indumentaria usada en San Juan Bautista Tuxtepec para los bailes regionales era la indumentaria jarocha. El gobernador argumentó que tal indumentaria no era propia del Estado de Oaxaca.

Alfonso Pérez Gasca envió a la presidencia de Tuxtepec la cual estaba a cargo de Ángel Vidal Brocado, un oficio, donde se pedía que se diseñara una coreografía indígena de la adaptación de Samuel Mondragón, músico oaxaqueño, de la partitura “Flor de piña”.

Fue la maestra Paulina Solís Ocampo de San Juan Bautista Tuxtepec, quien se encargaría de crear la danza que pusiera en alto la Cuenca del Papaloapan y sus raíces indígenas, apartándose de la tradición jarocha, que por su cercanía se cree tenía más influencia en la zona.

La finalidad era representar, en la Guelaguetza Oaxaqueña, la región del Papaloapan con una coreografía propia y adecuada. La Guelaguetza tenía poco tiempo de haberse creado y buscaba el Encuentro étnico y el Homenaje racial. Recordemos que la zona del Papaloapan es 1 de 8 regiones del Estado de Oaxaca.

Fue el 21 de julio de 1958 cuando se realiza la primera presentación de flor de piña en la Guelaguetza del Lunes del Cerro.
Al paso de los años se le incorporó una coreografía a cargo de Socorro Rangel y del Castillo, catedrática de piano y danza de la Escuela de Bellas Artes, se consiguió de esta forma una danza cadenciosa. También se le agregó “la tonalteca” un vals del Alberto Peña Ríos, autor chiapaneco y pieza importante para enseñar la belleza textil de la región.

El baile deja a un lado las proporciones, movimientos, usos y anatomía de la mujer Mazateca y Chinanteca, lo que hace es reconstruirla de forma más estilizada, agranda la forma de los ojos, incorpora la sonrisa permanente, adorna la sencillez del huipil, las facciones primarias las afina y la estatura corporal la eleva; de esta manera consigue un resultado sorprendente, bello y fantástico donde la luz interactúa con la cadencia y convierte el huipil en una hermosa obra de arte que se viste con orgullo.

Se decidió que cada señorita portara al hombro una piña con un propósito ornamental meramente.
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